jueves, 26 de abril de 2012

No temas, rebaño pequeño


A Danielle y a mí nos gusta escuchar a Julieta Venegas, pero de vez en cuando, sus letras son deprimentes.  Por ejemplo:   “El presente es lo único que tengo,” deja ver un pesimismo hacia el futuro y un menosprecio hacia el pasado.  Los cristianos pensamos diferente a Julieta, y estamos muy felices con los tres tiempos verbales.  La historia nos habla de nuestro salvador en la cruz.  En el presente liberamos una batalla donde ya somos: “más que vencedores.”    Y el futuro es lo mejor, la eternidad es el más sabroso banquete del universo,  atendido por su propio dueño.  Por eso debe ser que Pablo nos repite “regocijaos, (Alegraos)”  porque no tenemos manera de perder, estamos blindados.  El presente no es lo único que tenemos, lo mejor viene en camino.
Hipocresía, avaricia y ansiedad están interconectadas por un común denominador.  El remedio para estos tres males es mucho mejor que un té de manzanilla.  La esperanza de un futuro mejor es una cura poderosísima.  Según Jesús, somos hipócritas en la medida en que tenemos miedo y el miedo se disipa en la medida en que nos sabemos resguardados por el Señor.  Somos avaros en la medida en que no logramos ver las riquezas del cielo, y tratamos de aminorar nuestros miedos e inseguridades con cosas.  Sufrimos de ansiedad y estrés en la medida en que desconfiamos de la eficiencia de Dios.  Ante todo esto,  el Señor nos repite incansablemente,  no teman.  Cuando logramos ver hacia la eternidad junto con los que “aman la venida del Señor,”  llegamos a ser a prueba de balas.     
Lucas 12
 1En estas circunstancias, cuando una multitud de miles y miles se había reunido, tanto que se atropellaban unos a otros, Jesús comenzó a decir primeramente a sus discípulos: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
    2Y nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse.
    3Por lo cual, todo lo que habéis dicho en la oscuridad se oirá a la luz, y lo que habéis susurrado en las habitaciones interiores, será proclamado desde las azoteas.
    4Y yo os digo, amigos míos: no temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no tienen más nada que puedan hacer.
    5Pero yo os mostraré a quién debéis temer: temed al que, después de matar, tiene poder para arrojar al infierno; sí, os digo: a éste, ¡temed!
    6¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Y sin embargo, ni uno de ellos está olvidado ante Dios.
    7Es más, aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.  No temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos.
    8Y os digo, que a todo el que me confiese delante de los hombres, el Hijo del Hombre le confesará también ante los ángeles de Dios;
    9pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
    10Y a todo el que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
    11Y cuando os lleven a las sinagogas y ante los gobernantes y las autoridades, no os preocupéis de cómo o de qué hablaréis en defensa propia, o qué vais a decir;
    12porque el Espíritu Santo en esa misma hora os enseñará lo que debéis decir.
 13Uno de la multitud le dijo: Maestro, dile a mi hermano que divida la herencia conmigo.
    14Pero El le dijo: ¡Hombre! ¿Quién me ha puesto por juez o árbitro sobre vosotros?
    15Y les dijo: Estad atentos y guardaos de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes.
    16También les refirió una parábola, diciendo: La tierra de cierto hombre rico había producido mucho.
    17Y pensaba dentro de sí, diciendo: "¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?"
    18Entonces dijo: "Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes.
    19"Y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete."
    20Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?"
    21Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios.
 22Y dijo a sus discípulos: Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis.
    23Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que la ropa.
    24Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; no tienen bodega ni granero, y sin embargo, Dios los alimenta; ¡cuánto más valéis vosotros que las aves!
    25¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?
    26Si vosotros, pues, no podéis hacer algo tan pequeño, ¿por qué os preocupáis por lo demás?
    27Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos.
    28Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará por vosotros, hombres de poca fe!
    29Vosotros, pues, no busquéis qué habéis de comer, ni qué habéis de beber, y no estéis preocupados.
    30Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas.
    31Mas buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas.
    32No temas, rebaño pequeño, porque vuestro Padre ha decidido daros el reino.
    33Vended vuestras posesiones y dad limosnas; haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro en los cielos que no se agota, donde no se acerca ningún ladrón ni la polilla destruye.
    34Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.
 35Estad siempre preparados y mantened las lámparas encendidas,
    36y sed semejantes a hombres que esperan a su señor que regresa de las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame.
    37Dichosos aquellos siervos a quienes el señor, al venir, halle velando; en verdad os digo que se ceñirá para servir, y los sentará a la mesa, y acercándose, les servirá.
    38Y ya sea que venga en la segunda vigilia, o aun en la tercera, y los halla así, dichosos son aquellos siervos.
    39Podéis estar seguros de que si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora iba a venir el ladrón, no hubiera permitido que entrara en su casa.
    40Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis.[i]
            En la medida en que el Espíritu Santo nos hace ver hacia la eternidad, las cosas de este mundo van tomando otro lugar.  Comenzamos a ver las riquezas de este mundo como una herramienta que nos permite invertir en lo eterno.  Ser creyente y rico no es un pecado, sino miren a Abraham..    Poseer cosas es una responsabilidad ante Dios, pues somos sus administradores.  “De Dios es la tierra y su plenitud y todos los que en ella habitan.”  Si leemos cuidadosamente el pasaje nos damos cuenta de que no habla en contra de las riquezas o el trabajo.  Abraham fue uno de los hombres más ricos de su época.  Dios le dijo a Abraham: “te bendeciré para que tú seas de bendición a otros.”   Así como la mujer virtuosa hace negocios,  trabaja con gozo y siempre tiene para ayudar a otros.   No sé tu, pero yo me la tiro de dueño con mucha frecuencia y entonces me agarra un estrés de los pies a la cabeza.  Yo creo que eso fue lo que le paso a Nabucodonosor cuando se volvió loco, después de decir “este gran reino que yo he construido.”  El hombre perdió la perspectiva correcta.
            Por todo lo anterior les recomiendo escuchar una de Juan Luis Guerra que dice:   “Something good is coming to my life.”  (Algo bueno viene a mi vida).  Jesús nos enseña que no debemos tener miedo.  Los problemas económicos, sociales, de salud o un “ligaito” de todos los anteriores,  no deben representar una angustia para nosotros.  Debemos saber que el futuro, pase lo que pase, será mejor.  No le tenemos miedo a la gente, las amamos y mientras peor sean, más las amamos.  En el versículo 10 uno puede apreciar ese tipo de amor entre El Espíritu Santo  y Jesús.  Me hace recordar cuando yo peleaba en mi escuelita.  Jesús dice:   -a mi hazme lo que  quieras, si quieres me crucificas,  pero con el Espíritu Santo no te metas,  porque allí si nos las vamos a ver feas-.  El “pecado imperdonable” es hablar mal en contra de aquel que con amor nos sigue invitando tiernamente a la fiesta de la salvación.  Si logramos mirar bien al frente nos daremos cuenta de que hay una sola persona a quien debemos temer, al juez supremo, quien es Dios.   
Mirar al futuro con esperanza tiene varios beneficios prácticos.  Uno de ellos es poder vivir la vida sin los asaros que ella nos presenta.  Podemos decirle adiós al estrés, sentarnos en una silla y comernos un mango poco a poco.  “Los asuntos de esta vida no nos enredan.”   ¿Pero cómo se hace eso?  Bueno, con ron y vainilla.  Para comenzar las planillas de depósito  del cielo y las bolsas eternas se consiguen en el cielo sin tener que hacer fila.  Mirar la creación de Dios con un sentido de adoración y gratitud.  Estar convencidos  de que lo que dice el himno es verdad  “nada nos falta pues todo provee.”   Vivir agradecidos por lo que tenemos.  Cuando tengo problemas insoportables miro por un rato al cielo o me voy a las playas de Galveston y entonces me quedo mirando un rato.  Comienzo a tomar la perspectiva correcta,  comienzo a recordar que mi Dios “tiene todos los mares en la palma de su mano.”  Mis problemas comienzan a tornarse pequeños y finalmente comienzo a orar por los problemas de otros.
            La vainilla son los ojos buenos.  “Los ojos buenos” acostumbran  ver hacia el cielo.  Cuando entro a un centro comercial, los ojos comienzan a trabajar con mi cerebro y mis emociones y de repente “necesito” un pocote de cosas,  que unos minutos antes ni siquiera deseaba.  Entonces doy a luz la codicia, que de no pararla a tiempo,  pronto me hace miserable.  Pero cuando amamos la venida de nuestro Señor Jesucristo empezamos a administrar cada grano de maíz con excelencia.    Les invito a guardar en bolsas que no se rompen.   Los demás “detalles,” como por ejemplo la vida, Él los proveerá, muchas veces con nuestro esfuerzo y otras veces sin haber hecho nada.   Un día pasó el heladero con su carrito y sus campanitas, y  yo salí rápido para comprar un helado. Me encontré con un heladero feliz,  atendía con distinción y buenos modales,  súper flexible y hasta la manera de cobrar y dar el cambio era cordial.  De repente yo lo sabía,  tenía que ser, y le pregunte:   ¿Tú eres cristiano?    y me dijo:  -si-  abriendo la boca con gusto.  No vivas para el carrito de helados que lo que viene es enorme.        


[i] Lucas 12 LBLA.