A Danielle y a mí nos gusta escuchar a Julieta Venegas, pero de vez en
cuando, sus letras son deprimentes. Por
ejemplo: “El presente es lo único que
tengo,” deja ver un pesimismo hacia el futuro y un menosprecio hacia el
pasado. Los cristianos pensamos diferente
a Julieta, y estamos muy felices con los tres tiempos verbales. La historia nos habla de nuestro salvador en
la cruz. En el presente liberamos una
batalla donde ya somos: “más que vencedores.”
Y el futuro es lo mejor, la eternidad es el más sabroso banquete del
universo, atendido por su propio
dueño. Por eso debe ser que Pablo nos repite
“regocijaos, (Alegraos)” porque no
tenemos manera de perder, estamos blindados.
El presente no es lo único que tenemos, lo mejor viene en camino.
Hipocresía, avaricia y ansiedad están interconectadas por un común denominador. El remedio para estos tres males es mucho
mejor que un té de manzanilla. La esperanza de un futuro mejor es una
cura poderosísima. Según Jesús, somos
hipócritas en la medida en que tenemos miedo y el miedo se disipa en la medida
en que nos sabemos resguardados por el Señor.
Somos avaros en la medida en que no logramos ver las riquezas del cielo,
y tratamos de aminorar nuestros miedos e inseguridades con cosas. Sufrimos de ansiedad y estrés en la medida en
que desconfiamos de la eficiencia de Dios.
Ante todo esto, el Señor nos
repite incansablemente, no teman. Cuando logramos ver hacia la eternidad junto
con los que “aman la venida del Señor,”
llegamos a ser a prueba de balas.
Lucas 12
1En
estas circunstancias, cuando una multitud de miles y miles se había reunido,
tanto que se atropellaban unos a otros, Jesús comenzó a decir primeramente a
sus discípulos: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
2Y nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no
haya de saberse.
3Por lo cual, todo lo que habéis dicho en la oscuridad se oirá a la
luz, y lo que habéis susurrado en las habitaciones interiores, será proclamado
desde las azoteas.
4Y yo os digo, amigos míos: no
temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no tienen más nada que
puedan hacer.
5Pero yo os mostraré a quién debéis temer: temed al que, después de
matar, tiene poder para arrojar al infierno; sí, os digo: a éste, ¡temed!
6¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Y sin embargo, ni
uno de ellos está olvidado ante Dios.
7Es más, aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; vosotros valéis más que muchos
pajarillos.
8Y os digo, que a todo el que me confiese delante de los hombres, el
Hijo del Hombre le confesará también ante los ángeles de Dios;
9pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante
de los ángeles de Dios.
10Y a todo el que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le
perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
11Y cuando os lleven a las sinagogas y ante los gobernantes y las
autoridades, no os preocupéis de
cómo o de qué hablaréis en defensa propia, o qué vais a decir;
12porque el Espíritu Santo en esa misma hora os enseñará lo que
debéis decir.
13Uno
de la multitud le dijo: Maestro, dile a mi hermano que divida la herencia
conmigo.
14Pero El le dijo: ¡Hombre! ¿Quién me ha puesto por juez o árbitro
sobre vosotros?
15Y les dijo: Estad atentos y guardaos de toda forma de avaricia;
porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes.
16También les refirió una parábola, diciendo: La tierra de cierto
hombre rico había producido mucho.
17Y pensaba dentro de sí, diciendo: "¿Qué haré, ya que no tengo
dónde almacenar mis cosechas?"
18Entonces dijo: "Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré
otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes.
19"Y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes depositados
para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete."
20Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclaman el
alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?"
21Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios.
22Y
dijo a sus discípulos: Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué
comeréis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis.
23Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que la
ropa.
24Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; no tienen
bodega ni granero, y sin embargo, Dios los alimenta; ¡cuánto más valéis
vosotros que las aves!
25¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora
al curso de su vida?
26Si vosotros, pues, no podéis hacer algo tan pequeño, ¿por qué
os preocupáis por lo demás?
27Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os
digo que ni Salomón en toda su gloria se
vistió como uno de éstos.
28Y si Dios viste así la
hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará
por vosotros, hombres de poca fe!
29Vosotros, pues, no busquéis qué habéis de comer, ni qué habéis de
beber, y no estéis preocupados.
30Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas
cosas; pero vuestro Padre sabe que
necesitáis estas cosas.
31Mas buscad su reino, y
estas cosas os serán añadidas.
32No temas, rebaño pequeño, porque
vuestro Padre ha decidido daros el reino.
33Vended vuestras posesiones y dad limosnas; haceos bolsas que no se
deterioran, un tesoro en los cielos que no se agota, donde no se acerca ningún
ladrón ni la polilla destruye.
34Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro
corazón.
35Estad
siempre preparados y mantened las lámparas encendidas,
36y sed semejantes a hombres que esperan a su señor que regresa de
las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame.
37Dichosos aquellos siervos a quienes el señor, al venir, halle
velando; en verdad os digo que se ceñirá para servir, y los sentará a la mesa, y acercándose, les servirá.
38Y ya sea que venga en la segunda vigilia, o aun en la tercera, y
los halla así, dichosos son aquellos siervos.
39Podéis estar seguros de que si el dueño de la casa hubiera sabido
a qué hora iba a venir el ladrón, no hubiera permitido que entrara en su casa.
40Vosotros también estad
preparados, porque el Hijo del
Hombre vendrá a la hora que no esperéis.[i]
En la medida en que el Espíritu Santo nos hace ver hacia la eternidad, las
cosas de este mundo van tomando otro lugar. Comenzamos a ver las riquezas de este mundo
como una herramienta que nos permite invertir en lo eterno. Ser creyente y rico no es un pecado, sino
miren a Abraham.. Poseer cosas es una
responsabilidad ante Dios, pues somos sus administradores. “De Dios es la tierra y su plenitud y todos
los que en ella habitan.” Si leemos
cuidadosamente el pasaje nos damos cuenta de que no habla en contra de las
riquezas o el trabajo. Abraham fue uno
de los hombres más ricos de su época.
Dios le dijo a Abraham: “te bendeciré para que tú seas de bendición a
otros.” Así como la mujer virtuosa hace
negocios, trabaja con gozo y siempre tiene
para ayudar a otros. No sé tu, pero yo me la tiro de dueño con
mucha frecuencia y entonces me agarra un estrés de los pies a la cabeza. Yo creo que eso fue lo que le paso a
Nabucodonosor cuando se volvió loco, después de decir “este gran reino que yo
he construido.” El hombre perdió la
perspectiva correcta.
Por todo lo anterior les recomiendo
escuchar una de Juan Luis Guerra que dice:
“Something good is coming to my life.”
(Algo bueno viene a mi vida).
Jesús nos enseña que no debemos tener miedo. Los problemas económicos, sociales, de salud
o un “ligaito” de todos los anteriores, no deben representar una angustia para
nosotros. Debemos saber que el futuro,
pase lo que pase, será mejor. No le
tenemos miedo a la gente, las amamos y mientras peor sean, más las amamos. En el versículo 10 uno puede apreciar ese
tipo de amor entre El Espíritu Santo y
Jesús. Me hace recordar cuando yo
peleaba en mi escuelita. Jesús
dice: -a mi hazme lo que quieras, si quieres me crucificas, pero con el Espíritu Santo no te metas, porque allí si nos las vamos a ver
feas-. El “pecado imperdonable” es
hablar mal en contra de aquel que con amor nos sigue invitando tiernamente a la
fiesta de la salvación. Si logramos mirar
bien al frente nos daremos cuenta de que hay una sola persona a quien debemos
temer, al juez supremo, quien es Dios.
Mirar al futuro
con esperanza tiene varios beneficios prácticos. Uno de ellos es poder vivir la vida sin los
asaros que ella nos presenta. Podemos
decirle adiós al estrés, sentarnos en una silla y comernos un mango poco a
poco. “Los asuntos de esta vida no nos
enredan.” ¿Pero cómo se hace eso? Bueno, con ron y vainilla. Para comenzar las planillas de depósito del cielo y las bolsas eternas se consiguen en
el cielo sin tener que hacer fila. Mirar
la creación de Dios con un sentido de adoración y gratitud. Estar convencidos de que lo que dice el himno es verdad “nada nos falta pues todo provee.” Vivir agradecidos por lo que tenemos. Cuando tengo problemas insoportables miro por
un rato al cielo o me voy a las playas de Galveston y entonces me quedo mirando
un rato. Comienzo a tomar la perspectiva
correcta, comienzo a recordar que mi
Dios “tiene todos los mares en la palma de su mano.” Mis problemas comienzan a tornarse pequeños y
finalmente comienzo a orar por los problemas de otros.
La vainilla son los ojos
buenos. “Los ojos buenos” acostumbran ver hacia el cielo. Cuando entro a un centro comercial, los ojos comienzan
a trabajar con mi cerebro y mis emociones y de repente “necesito” un pocote de
cosas, que unos minutos antes ni
siquiera deseaba. Entonces doy a luz la
codicia, que de no pararla a tiempo, pronto me hace miserable. Pero cuando amamos la venida de nuestro Señor
Jesucristo empezamos a administrar cada grano de maíz con excelencia. Les
invito a guardar en bolsas que no se rompen.
Los demás “detalles,” como por ejemplo la vida, Él los proveerá, muchas
veces con nuestro esfuerzo y otras veces sin haber hecho nada. Un día pasó el heladero con su carrito y sus
campanitas, y yo salí rápido para
comprar un helado. Me encontré con un heladero feliz, atendía con distinción y buenos modales, súper flexible y hasta la manera de cobrar y
dar el cambio era cordial. De repente yo
lo sabía, tenía que ser, y le pregunte: ¿Tú eres cristiano? y me
dijo: -si- abriendo la boca con gusto. No vivas para el carrito de helados que lo
que viene es enorme.
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