Una tarde
Danielle decidió dar un par de hamburguesas a dos niños que buscaban comida en
la basura del McDonalds. Al siguiente
domingo fueron cuatro, y luego de varios domingos el gerente cerraba[1]
cuando nos veía llegar con una docena de niños de San Agustín. Danielle me propuso algo preocupante, ¡llevarlos
a la casa y atenderlos allí! Ella
parecía desconocer que nos robarían y destruirían la casa. Pero fueron 7 años maravillosos. Miguel, Yolo, Yorky, leo, Víctor y “La China”
fueron usados por Dios para hacernos entender algo poderoso.
Génesis 1
Días 1 y 7:
En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
Y la tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la
superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de
las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz. Y
hubo luz. Y vio Dios que la luz era
buena (bella, bien); y separó Dios la luz de las tinieblas. Y
llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y fue la
mañana: un día.
Entonces dijo Dios: Produzca la tierra seres
vivientes según su género: ganados, reptiles y bestias de la tierra según su
género. Y fue así. E hizo Dios las
bestias de la tierra según su género, y el ganado según su género, y todo lo
que se arrastra sobre la tierra según su género. Y vio Dios que era bueno
(bello, bien). Y dijo Dios:
Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza; y ejerza
dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los
ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la
tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó. Y
los bendijo Dios y les dijo: Sed
fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del
mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la
tierra. Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que
da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene
fruto que da semilla; esto os servirá de alimento. Y a toda bestia de la tierra, a toda ave de
los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra, y que tiene vida, les he
dado toda planta verde para alimento. Y fue así. Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí
que era bueno (bello, bien) en gran
manera. Y fue la tarde y fue la mañana: el sexto día.
Sabernos
Sabernos
creados, bellos y con amor, por un Dios bello de amor, torna al mundo de otro
color. A nuestros niños les sobraba
lastima en forma de ropa, comida y dinero, pero carecían de significado y
valor. Génesis nos dice que Dios convirtió,
con su palabra, la oscuridad, el vacio y la nada de nada, en un mundo lleno de
belleza, luz y vida. Y en el centro puso
su más preciado tesoro: Tú y yo. Nos
dotó con la capacidad de hablar, escuchar, decidir, pensar, amar, gozar, crear,
sentir, compartir: Es decir, con la capacidad de ser un amigo. Al alejarnos 2 milímetros de eso, nos acercamos
4 a la miseria, soledad y al “sin sentido” tan de moda en las últimas décadas.
Les
confieso que estaba realmente estresado con la idea de traer los niños a la
casa. Pensaba, -Luego de traerlos,
sabrán donde encontrarnos, traerán a
otros para robarnos, hostigarnos y muchas cosas más. Pero -¿qué puedo hacer?- me decía. La universidad no los permite, no hay centro
comunal, los restaurantes no los quieren y lo más preocupante, prometí a Dios,
con nada en el bolsillo, que si me daba una casa la usaría para sus usos. No es que sintiera que debía pagar un
impuesto a Dios por su dadiva, pero comprendía que mi casa era realmente Su casa
y yo era el administrador.
El sábado
antes del domingo del, ¡encueentroo! con los niños, Danielle me preguntó: ¿Reinaldo
que decidiste? Le dije: -Déjame
pensarlo un poco más ¡me quedan unas cuantas horas, ¿¡no!? Me metí al baño con uno de mis libros
favoritos, estimulante, bien escrito, del Dr. Howard Hendricks. Ya lo había leído, pero de vez en cuando lo
repasaba. Hendricks es un erudito
maravilloso. Ese día me di cuenta, que ¡nunca
había leído las primeras palabras de esa edición![2] Por lo que me dispuse a leerlo. Dr. Hendricks decía: “Hace
años atrás, un hombre decidió reunir a un grupo de niños de su vecindario. Niños que no tenían muchas expectativas de
vida. Los reunió cada semana y les enseño
la Biblia. El destino de esos niños
cambió para siempre”. En este punto yo
pensaba: -El ¡doctor! enseñando- pero
luego, leí la bomba: “Yo soy uno… de esos… niños…”
Dios
estaba hablándome claramente, y comencé a llorar incontenible. Yo soy un gran llorador. Salí del baño directamente a Danielle, (después
de lavarme las manos) para decirle que no solo íbamos a recibir a los niños en
la casa cada domingo, sino que me esforzaría porque todo lo que recibieran
fuera de primera.
Se
acuerdan cuando Jesús dijo: “…tuve
hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber… Estuve sin
ropa… Entonces
preguntarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, y te dimos de comer? ¿O cuándo
te vimos con sed, y te dimos de beber? Les aseguro que todo lo que hicieron por uno
de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron.” Bueno, yo me lo tomé bien en serio. Saqué la vajilla, aunque después de varios
platos quebrados, ellos decidieron que eran mejor los plásticos, nos sentamos
en la mesa juntos, oramos y comimos buena comida como una verdadera familia,
como iguales, aunque la verdad, muchas veces fuimos sus sirvientes.
Con los años, los niños nos ayudaban a
limpiar la casa, a comprar la comida, cocinarla, nos daban sugerencias,
manejamos bici y bailamos Rock and Roll.
Un día, como ya era tarde, decidimos montarnos en una camioneta de lujo
que teníamos para vender. Yo compraba y
vendía carros usados. La Trail Blazer
estaba nuevecita, y no me pregunten ¿cómo? pero unos 14 niños se metieron junto
a Danielle muy emocionados. Volteé
preguntando si el aire acondicionado estaba muy frio, pero ya todos estaban
mirando por la ventana abierta y saludado a gritos a un gentío que parecían conocer. ¡Ehhh! Care loco… El
estallido detonó cuando puse una “salsa” que hablaba de amor y empezaron a
cantarla a coro. Luego subimos, subimos
y subimos hasta llegar a una planicie donde se veía parte de la ciudad, ellos
tenían que seguir subiendo a pie, hasta sus casitas con piso de tierra y una o
dos cosas para sentarse. Al despedirnos
se veían preocupados. Entonces Yorki nos
dijo con tono de padre: -Cuando bajen no se paren aunque alguien les
diga, ¡no lo hagan! Yo un poco asustado
dije: -OK- Nosotros sentíamos una
extraña seguridad, pues yo suelo ser nervioso.
Ese día no solo sentimos el esplendor y maravilla de vivir y servir,
sino también el extra cupón de sentimos amados y protegidos por esos niños.
¿Valemos?
¿Cómo nos valoramos? ¿Cómo valoramos a otros? ¿Somos algo más que un número de seguro
social? Nuestra sociedad insiste en que
somos un 0 a la izquierda. No existe
Dios, no existen sus mandatos, no existe la verdad, somos animales
intrascendentes, no existe lo bueno ni lo malo, “no matarás” y “no robarás” son
leyes viejas, importantes, solo si me agarran.
A eminentes profesores de Harvard o la UCV, se les paga para enseñar que
todo es una ilusión, que no existimos.[3] La TV y el internet nos aseguran que no somos “bellos”, famosos y/o poderosos y por ende no estamos en nada. Muchos políticos dicen que no importamos
individualmente, que quien importa es el “pueblo”. Y esas afirmaciones nos hunden en la más densa
miseria y depresión. Nos convierten en
verdaderos: “Niños de la calle”.
Antes de los ’70, había relativamente pocos
suicidios de adolescentes en Estados Unidos de Norteamérica, pero para los ’80
se convirtió en una de las primeras causas de muerte entre adolescentes. Jovencitos saludables con uno de los mejores
estándares de vida del mundo no le encontraban sentido a la vida. Cientos de profesores, libros, programas y
música dijeron: -Concéntrense en que no existen y se liberarán-, miles lo creyeron
y prefirieron bajarse del autobús. Esto
es duro para los que invertimos la mitad de nuestros días en mantener nuestro
corazón latiendo. Pero el mundo grita
tan fuerte, que la apacible voz de Dios
parece irrelevante. Ante el alejamiento
estadounidense de sus principios Orwell escribe: “Nos pasamos 200 años
aserrando y aserrando y aserrando la rama en que estábamos sentados”.
Algunos lo entienden.
Los
Coreanos por el contrario están saltando de la: “negación del ser” budista, a
la iglesia cristiana más grande del mundo y al mismo tiempo están sufriendo de
una gigante proyección económica en todos los rincones. Pasaron de la miseria al protagonismo mundial
en pocas décadas. Si conoces los carros
“Hyundai” con 5 años de garantía, los TV inteligentes 3D “LG”, o las
universidades más prestigiosas, entiendes
una parte, pero si entiendes porque Corea es uno de los principales
impresores de la Biblia en, por ejemplo, ¡español! entiendes lo importante. Más de la mitad de las enseñanzas de Jesús,
tienen aplicaciones económicas y funcionan.
El ex budista y exitoso empresario coreano-venezolano Sr. Kim reitera
desde su limo que al entregarse a Jesucristo en su casita de zinc en el cerro,
comenzó a ver todo, todo, bonito. Yo
pude apreciar lo poco que le importaba que lo llamaran despectivamente: “¡Chino!”;
Jesucristo había curado sus heridas, lo
había levantado en alto y lo había hecho entender que valía hasta su última
gota de sangre en la cruz.
Es Dios, es real.
Solo Dios
puede darnos una visión verdadera del mundo y nuestro lugar en él. Desde la última de mis hospitalizaciones por
insuficiencia respiratoria, bajo
diálisis, con las secuelas de dos trasplantes
de medula, con 45 Kg menos, dos terapias intensivas y lleno de cicatrices, cayó del cielo un pensamiento
claro y fresco en mí: Voy a vivir una
vida buena, cualquiera que sea mi circunstancia. No voy a tirar el amor de Dios, mi esposa, mi
familia y mis amigos… Dios estaba
sanando mi percepción de mi mismo, y la de todo a mí alrededor. Ese día pase de casi no caminar, a dar más de 100 vueltas diarias en mi
habitación. Es verdad, tengo tratamientos diarios y momentos de llorar, pero vivo también, el mejor momento de mi
vida.
Verdadera belleza
Nuestro verdadero
valor hace que todo, incluyendo las tendencias estéticas sean un accesorio
pasajero. A principios del siglo XX una
mujer con pechos planos era considerada sexy, hoy es lo contrario y mañana será
diferente. Pero esto aplica a cualquier característica. El valor sostenido por la apariencia es triste
y esclavizante. Lloré de orgullo, cuando Miss Sucre (del
certamen Miss Venezuela 2012) Ingrid Smith respondió a la pregunta: ¿Por qué no te quisiste desrizar el cabello como Osmel te sugirió? Y la respuesta fue: “Porque Dios me hizo así… Soy negra…”
Tuve el
privilegio de crecer junto a Ingrid en “Mi Alegría”, la residencia estudiantil que con mi esposa
administrábamos. Solo quien conoció a
Ingrid, sabe lo mucho que maduró y embelleció.
La belleza en Génesis tiene que ver con el bien, con lo bueno, es mucho
más que la simple apariencia. En este
sentido, Ingrid contrasta con muchas de las radiantes jóvenes que trabajaban en
nuestro Curves (gimnasio para damas) reuniendo dinero para operarse los senos y
ser Miss “lo que fuera”. Durante esos
mismos años Ingrid me acompañó, muchas veces, para anunciar las buenas nuevas
de Jesucristo en la universidad. Qué
buena inversión hizo esta joven con su esfuerzo.
Saben, Dios
tiene varias cremas de belleza: “Las
buenas nuevas hermosean el rostro”, es buenísima para la cara. Yo de
adolescente estaba acomplejado con mis pies, pero me apliqué: “cuan hermosos son los pies de los que anuncian la
buenas nuevas” y ahora tengo los pies
bien bonitos. Pablo nos dice que: “Un carácter afable es mejor que un collar de
perlas”. Y en fin: “Dios hace atractivo al ser humano”[4].
La verdad nos hace libres
Cuando
compuse una canción para los niños de San Agustín, pensé que era demasiado
común, pero la enseñé porque necesitábamos reforzar nuestra lección de Génesis
1. Resultó ser todo un hit, los niños la repetían “desesperadamente,” como si estaban descubriendo un credo. Dios los estaba sanando por medio de las verdades
contenidas y comprobadas en ella.
Dios creó todo muy bueno
y muy bello me hizo a mí.
El creó flores, el cielo,
Las estrellas, el sol, todo aquí.
Tengo la esperanza que él obra en mí.
Dándome razón para vivir.
Por la calle puedo cantar y reír.
Con razón, para vivir.
Coro:
//Me ha hecho cantar; reír y bailar.
Dándome razón para vivir //
La vida
es bella y tiene significado, no porque tengamos títulos, dinero, automóviles,
cuerpos esculturales, buena salud o mentes brillantes. Tiene significado por el amor de nuestro
creador en nosotros. Como Dios ES, nos
ha hecho ser y por ende todo… desde cepillarse los dientes hasta ganar
un premio Nobel, tiene valor y sentido.
Ese entendimiento transforma mendigos en príncipes felices. Cambiar nuestra manera de pensar es lo
único que puede cambiar nuestra manera de vivir. No lo podemos olvidar, Dios dijo: Sea la
luz. Y hubo luz. Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza y fuimos
creados, buenos, bellos en gran manera.
Hoy, día de acción de gracias, lleno de tantos compromisos, sería bueno también
dar gracias.