domingo, 17 de abril de 2011

Quince años más


El año antepasado estuve muy cerca de la muerte, según los doctores del hospital que me está tratando. Le dijeron a Danielle que había grandes posibilidades de que muriera. Yo recuerdo haber estado muy débil soñando todo tipo de sueños multicolores muy bonitos y en ciertos momentos de lucidez recuerdo que pensaba: “Jesús tú eres la vida”. Con esto no estaba pensando que moriría o viviría, estaba más bien pensando: “Sea que vivamos o muramos del Señor somos”. Este sosiego ante la muerte lo sostiene una garantía inquebrantable, “la palabra de Dios, que no pasara jamás”. En ella, como en una fuerte roca nos podemos parar y decir: “Somos más que vencedores”, no podemos perder. La tumba de Jesús está vacía, esto no es una leyenda, sino un hecho histórico bien documentado. Juan escribió: “En él está la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Jesús mismo dijo ser: “la vida”, lo aclaró diciendo: “aquel que cree en mi, aunque muera, vivirá”, y Pablo escribió: “¿Dónde esta oh muerte tu aguijón? ¿Dónde sepulcro tu victoria?” y “Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia”. Si bien la muerte es un tópico que solemos evitar, la Biblia lo encara con respuestas contundentes que nos deben dar paz, esa paz que “sobrepasa todo entendimiento”. El pasaje que expondré en esta entrega es un recordatorio más del dominio perfecto y total que Dios tiene sobre la vida y la muerte. Pero además es un recordatorio de que vale la pena orar por imposibles, de que Dios por su amor y ternura muchas veces modifica sus planes y nos dice sí, cuando todo luce como un “no.” Leamos sobre el Rey Ezequías: Isaías 38 Enfermedad y curación de Ezequías (2 R 20.1-11; 2 Cr 32.24-26) 1 Por aquel tiempo Ezequías cayó gravemente enfermo, y el profeta Isaías, hijo de Amós, fue a verlo y le dijo: --El Señor dice: 'Da tus últimas instrucciones a tu familia, porque vas a morir. No te curarás.' 2 Ezequías volvió la cara hacia la pared y oró así al Señor: 3 "Yo te suplico, Señor, que te acuerdes de cómo te he servido fiel y sinceramente, haciendo lo que te agrada." Y lloró amargamente. 4 El Señor ordenó a Isaías 5 que fuera y le dijera a Ezequías: "El Señor, Dios de tu antepasado David, dice: 'Yo he escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a darte quince años más de vida. 6 A ti y a Jerusalén los libraré del rey de Asiria. Yo protegeré esta ciudad.' " 21 Isaías mandó hacer una pasta de higos para que se la aplicaran al rey en la parte enferma, y el rey se curó. 22 Entonces Ezequías preguntó a Isaías: --¿Por medio de qué señal voy a darme cuenta de que puedo ir al templo del Señor? 7 Isaías respondió: --Esta es la señal que el Señor te dará en prueba de que te cumplirá su promesa: 8 En el reloj de sol de Ahaz voy a hacer que la sombra del sol retroceda las diez gradas que ya ha bajado. Y la sombra del sol retrocedió las diez gradas que ya había bajado. Vale la pena clamar humildemente al Señor cuando la ciencia nos dice que no tiene soluciones. La fe es la extensión de la ciencia, cuando la razón dice no encontrar salidas, Dios dice: “Hay algo imposible para mí”. Ezequías clamó con llanto y Dios le dijo haber escuchado su oración y le concedió quince años más de vida. Quisiera mencionar tres aspectos en relación a la curación del Rey Ezequías. Lo primero es que, toda dádiva de Dios, excepto el don de la vida eterna, es finita. Dios le concedió quince años, ni uno más, ni uno menos a Ezequías. La salvación, el cielo, la vida junto a Jesús, es el bien más relevante de esta vida, todo lo demás, por más bonito que sea, cesara en algún momento. Es por eso que no podemos vivir enfocados en lo efímero, sino en lo eterno. Lo segundo es “la pasta de higos” usada como medicina. La Biblia enseña que la ciencia y la inteligencia son dones de Dios. Las universidades son una creación cristiana del siglo trece. En las naciones donde se intensifica el estudio de la Biblia, prospera la ciencia. Por el contrario, muchos otros pueblos “perecen por falta de conocimiento”. La ciencia es la búsqueda de la verdad de cualquier fenómeno, su explicación y aplicación. Por lo tanto, la medicina es una herramienta frecuentemente usada por Dios y debemos agradecerle y alabarle por los adelantos científicos. Hace varios años, me tocó recibir “Radioterapia”, o la aplicación de radiación para reducir tumores cancerosos. Colocan bloques de plomo para que la poderosa radiación solo incida sobre el campo afectado. Mientras el técnico ajustaba la cantidad de radiación que me tocaría recibir según mi peso, le pregunté. ¿Cómo saben cuanta radiación debo recibir? A lo que me respondió que ya habían tablas y estándares según el peso de cada quien. Y le volví a preguntar, pero ¿Cómo llegaron a esos estándares? Y después de pensarlo me dijo: -Sabes antes que tú, muchos años atrás, muchas personas murieron, o sus huesos se desintegraron por sobredosis de radiación, pero los científicos fueron aprendiendo de sus errores y llevando controles- Desde Marzo de 2009 decidí participar en un estudio del M.D. Anderson (hospital de línea cristiana) junto con unos 100 pacientes más. Dicho estudio consiste en trasplantarme un nuevo sistema inmunológico a partir de cordones umbilicales de bebe. Fueron dos cordones y uno fue expandido artificialmente en un laboratorio como parte de un experimento. Se me dijo que no sabían exactamente qué pasaría. Yo pensé, y este tal vez fue mi argumento más fuerte para tomar la decisión de hacerlo: De la misma manera que otros expusieron sus vidas para que yo disfrutara de una Radiación segura, yo quiero también contribuir con la mía para que este hospital entienda mejor el cáncer y su curación. Desde entonces he firmado con mucho gusto varios documentos donde me piden si acepto revelar la información que mi caso ha arrojado. Lo tercero que quisiera mencionar es referente a la petición que hizo Dios a Ezequías: “Da tus últimas instrucciones a tu familia”. Jesús dijo que “Nadie tiene mayor amor que uno que da su vida por sus amigos.” Se necesita de la capacidad de amar para preparar a nuestra familia, amigos o comunidad para cuando ya no estemos. Ezequías usó sus quince años de una manera egoísta, fanfarroneando de sus logros y su sucesor llegó a ser un Rey miserable que solo trajo desgracia a su nación. ¿En qué invertirás los años que te restan? Lo dice la Biblia y lo he visto con mis ojos, los egoístas terminan con menos que aquellos que dan.

viernes, 4 de febrero de 2011

Normas vs. cristianismo

La iglesia de un pueblito tenía como norma que: “El cine era pecado”, y la gente que salía de ese pueblo salía pensando que un buen cristiano nunca iría a ver una película. Pero aquel pueblito tenía una sola sala de cine y en dicha sala solo presentaban películas pornográficas. El asunto no era el cine sino la pureza de la gente de la iglesia. Un famoso predicador solía llamar al televisor “El cajón del diablo” y unos años después apareció decenas de veces y en horario estelar en dicho cajón, predicando a Jesucristo. Es que, lo que no tiene voluntad, como un televisor, no puede ser bueno o malo. Mientras que la obra del Espíritu Santo es dinámica, interactiva y creciente, las normas humanas pueden ser tan estáticas como una estatua.
Me gusta tomarme una cerveza de vez en cuando, bailar merengue con Danielle y escuchar música de diversos géneros y procedencias. Al mismo tiempo, entiendo, respeto y admiro a muchos cristianos que se guardan de no hacer estas cosas como una ofrenda personal a Dios. Pero es importante poder ver las diferencias entre el cristianismo y las normas humanas. Es relevante porque, “los de afuera” pueden llevarse la impresión de que el cristianismo consiste en: una lista de cosas prohibidas y otra de cosas que hay que hacer. Y esta carga no solo distorsiona la verdad, sino que además puede desanimar a muchos que quieren seguir a aquel que dijo: “mi yugo es fácil y ligera mi carga”.
Otro problema con las normas y sus jueces es su poca eficacia contra nuestra naturaleza pecaminosa. Si bien, las normas son buenas porque nos permiten fijar límites e imponer sanciones que nos ayudan a ser mejores ciudadanos, hijos, esposos etc., creer que solucionarán el problema de nuestros apetitos carnales es muy ingenuo. Como lo dice Pablo: “no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”. El pecado comienza en nuestra mente y corazón, y es allí donde Pablo nos plantea soluciones poderosas y definitivas.
Colosenses 2:16-3:7
16Por tanto, que nadie se constituya en vuestro juez con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo;
17cosas que sólo son sombra de lo que ha de venir, pero la realidad, pertenece a Cristo.
18Nadie os prive de vuestro premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en las visiones que ha visto, hinchado sin causa por su mente carnal,
19pero no asiéndose a la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, nutrido y unido por las coyunturas y ligamentos, crece con un crecimiento que es de Dios.
20Si habéis muerto con Cristo a los principios elementales del mundo, ¿por qué, como si aún vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos tales como:
21no manipules, ni gustes, ni toques
22(Todos los cuales se refieren a cosas destinadas a perecer con el uso), según los preceptos y enseñanzas de los hombres?
23Tales cosas tienen a la verdad, la apariencia de sabiduría en una religión humana, en la humillación de sí mismo y en el trato severo del cuerpo, pero carecen de valor alguno contra los apetitos de la carne.
Colosenses 3
1Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
3Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
4Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria.
5Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría.

Aunque Pablo esta refiriéndose en este pasaje a cristianos judaizantes, los principios aplican a cualquier legalismo actual. Las religiones son un conjunto de normas con sus respectivas ceremonias litúrgicas. El cristianismo no. Los cristianos son un conjunto de personas perdonadas gratuitamente y pueden estar debajo de un árbol con alguien diciendo un dicho de Jesús, o en una catedral con la Biblia presentada digitalmente. En tal sentido, alguien sin cumplir con absolutamente ninguna norma podría escuchar a Jesús decir: “hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”. Porque ir humilde a Jesús y reconocerlo como Señor no es hacer algo, sino ser sincero.
La “mente carnal” concibe al cristianismo como una empresa humana y trata a sus clientes con normas humanas para impulsar, muchas veces, la imagen de un líder. Entonces aparecen “el que ora con poder”, el que “tiene la visión del ángel”, o “el que tiene la interpretación privada de las escrituras”, cuando la Biblia enseña justamente lo opuesto. En la Biblia el protagonista es siempre Dios y la iglesia es un cuerpo donde todo miembro es valioso y “la cabeza es Jesucristo”.
Entonces ni las normas ni los súper líderes pueden hacer algo realmente valioso contra el pecado. Jesús nos enseña que cuando codiciamos a la esposa de otro, ya hemos adulterado con ella sin haber movido un dedo. Romanos dice: “…cambia tu manera de pensar para que cambie tu manera de vivir…” Y cuando la religión está centrada en la conducta es muy susceptible a la hipocresía, por eso está escrito: “Este pueblo me honra de labios pero su corazón está lejos de mi”. Cuando la Biblia nos dice: “el que robaba que no robe más” lo hace como un dibujo de quienes podemos ser, no como una norma que ha de cambiarnos. En el cristianismo, primero somos “superman” y luego volamos, pero no por ponernos una capa podremos lanzarnos al vacio. Es decir, porque somos nacidos de nuevo, podemos hacer lo bueno y desechar lo malo.
Pero cómo, después de haber “tenido la mente ocupada en malas obras,” podemos llegar a ser puros. Lo primero es morir, renunciar, deponer nuestro ego, ponernos en segundo plano, destronar al “yo”, desconfigurarnos. Vivimos en un mundo altamente ególatra, donde lo de: “negarse a sí mismo” es una ridiculez. Tantas cosas que quiero experimentar y sentir: mi éxito, mi carrera, mis metas, mi imagen, mi liderazgo, mis sueños, mi confort, mi búsqueda, mi bienestar, mi salud, mi apariencia, mi dinero, mí, mí, mí. Pero Jesús nos explica que si el grano de trigo no cae y muere no renacerá como una nueva planta de trigo, con mucho más trigo, por cierto. La Biblia asegura que si no morimos, nunca dejaremos de ser unos esclavos de nuestros deseos.
El segundo paso ante el pecado, es darle la preeminencia, trono, gobierno, control, presidencia, señorío, reinado de nuestras vidas a Jesucristo. Decir: “ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi”, o como dice la carta a los colosenses: “…para que en todo tenga Él la preeminencia.” No es fácil ver los pensamientos correctos en el “desktop” cuando estamos al borde de una tentación, es una “Guerra Espiritual” donde debemos usar con habilidad las armas espirituales que son: La verdad, la justicia, el evangelio de la paz, la fe, la salvación y la palabra. Fíjense como Jesús magistralmente las usa ante el tentador diciéndole: “Al Señor tu Dios adoraras, y a Él solo servirás”.
“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Luego de que hemos muerto y resucitado con Cristo establecemos una base de operaciones poderosísima que requiere de nosotros una actitud: “mirar hacia arriba”. “Donde está nuestro tesoro, allí esta nuestro corazón”. “El Reino de Dios es como un tesoro escondido que un hombre al hallarlo encubre y vende todo, todo lo que tiene para comprar aquel campo”. Solo la gente despierta se puede dar cuenta de que “una sombra” vale menos que la realidad. Y “la realidad pertenece a Jesucristo”. Nuestra “esperanza está reservada en los cielos” y para efectos de este mundo, estamos muertos.
En resumen, ser cristiano es una entrega total y voluntaria a Jesucristo y ante esto, cualquier norma se queda pequeña. Es verdad que muchos necesitamos rudimentos, bastones, pasamanos para poder avanzar, pero también es cierto que no podemos quedarnos pasmados en ellos. Un hombre quien fue adicto al alcohol por muchos años intentó docenas de veces dejarlo, pero no fue hasta que entendió y creyó que: “Jesús lo amaba tal como era”, que dejo de sentirse miserable y sin valor alguno. Entonces pasó lo que ninguna norma había logrado: comenzó a no necesitar emborracharse para escapar. Una cerveza no es buena o mala. El dinero no es bueno o malo, el televisor, la cafeína, el internet es lo que lo hagamos ser. Pero cuando Jesucristo es preeminente, cada aspecto de la vida, desde el más insignificante hasta el más trascendente, ocupa el lugar correcto y funciona correctamente.