domingo, 31 de octubre de 2010

Honor y vergüenza

Una vez tuve el placer de escuchar a Simón Díaz, el compositor venezolano famoso en el mundo por su “Caballo viejo”. El estaba contando una de sus anécdotas con ese ritmo cadencioso y llanero de abuelo sabio que lo caracteriza. Simón creció entre vacas y caballos, pero un buen día, le dijo a su papá que quería ir a la capital a buscar progreso. Su Padre le dijo: “todo lo que te pongan a hacer, di que sí.” Bien, comenzó a trabajar en el Banco Unión y su jefe le pregunto: ¿Sabes hacer las cobranzas? a lo que respondió, ¡sí! Le entregaron unos “Pagares” (documento financiero que te da el derecho de cobrarle a alguien, con un monto, nombre y dirección especifica) y como pudo, encontró las direcciones dejando los pagares en manos de cada deudor. Regreso temprano, y su jefe le pregunto ¿Cómo te fue? a lo que respondió, con el mentón en alto y una sonrisa: “hice todo lo que usted me mando”. El jefe se puso a su lado y en voz alta dijo a todos en la oficina: “Vean el ejemplo de Díaz, hoy es su primer día y le cobro a todos los clientes que le toco”, luego dirigiéndose a Simón, dijo: Pasa a la caja y entrega el dinero que cobraste… Simón cambio el gesto de su cara por uno de susto, diciendo: -Yo no tengo dinero, yo solo deje los “pagare” y me vine- Y bueno, se pueden imaginar toda la reprimenda que recibió (seguramente en privado). Pero lo más interesante vino después, porque cada uno de los deudores a los que Simón había dejado los “pagares” llamaron al banco diciendo cosas como: -Estamos muy honrados de la confianza que el “Banco Unión” ha depositado en nosotros al dejarnos “el pagare” sin cobrar el dinero, es un placer hacer negocios con ustedes, estaremos pagando con toda prontitud en sus oficinas.-
La confianza, el honor o “la palabra” eran las garantías de los grandes negocios de mediados del siglo XX. Pero en la antigüedad era mucho más importante. El honor lo era todo, porque no existían las tarjetas de crédito o las referencias bancarias. Si tenias un buen nombre entre la gente, podías hacer grandes negocios. No así, si estabas en condición de “vergüenza”. Alguien sin honor, es decir en vergüenza, no tenía derecho a nada en la sociedad, era mejor que se muriera. La palabra de Dios nos lo explica maravillosamente cuando dice en Proverbios: “Más vale el buen nombre que las muchas riquezas, y el favor que la plata y el oro…” Entender esto, es entender muchas de las enseñanzas de la Biblia y en particular la enigmática parábola de Jesús que seguidamente les dejo:
Lucas 16
1Decía también Jesús a los discípulos: Había cierto hombre rico que tenía un mayordomo; y éste fue acusado ante él de derrochar sus bienes.
2Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque no puedes ser más mayordomo."
3Y el mayordomo se dijo a sí mismo: "¿Qué haré? Pues mi señor me quita la administración. No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza mendigar.
4"Ya sé lo que haré, para que cuando se me destituya de la administración me reciban en sus casas."
5Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: "¿Cuánto le debes a mi señor?"
6Y él dijo: "Cien barriles de aceite." Y le dijo: "Toma tu factura, siéntate pronto y escribe cincuenta."
7Después dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Y él respondió: "Cien medidas de trigo". Él le dijo: "Toma tu factura y escribe ochenta".
8El señor elogió al mayordomo injusto porque había procedido con sagacidad, pues los hijos de este siglo son más sagaces en las relaciones con sus semejantes que los hijos de luz.

El mayordomo buscaba la manera de no caer en la desgracia de la vergüenza ante la sociedad de su época. Después de reflexionar lo bajo que caería, al saberse de su derroche, decide ganar para sí un buen nombre y asegurar un futuro prospero. Pero lo gana con escapulario ajeno, es decir, apoyando a otros con lo que no era suyo. Lo que genera algo inusitado, porque al perdonar a los deudores, parte de sus deudas, no solo quedo bien parado ante la sociedad, sino que puso a su amo en un lugar de honor altísimo. Todos dirían en el futuro, prefiero hacer negocios con éste que perdona las deudas que con cualquier otro. Y que podía hacer el amo ante esta situación. Si echaba a su administrador después de esto, corría el riesgo de quedar en la más baja de las vergüenzas. Primero por ser un tonto, engañado por su siervo y segundo por ser un tacaño despreciable que no merecía el honor que le concedieron.
Recuerdan esa ocasión cuando Jesús dijo: ¿Quién de ustedes si su hijo le pide pescado, le dará una serpiente? y luego explico: “Si ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas, ¿Cuanto más el Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que le pidan?” Bueno, como los conceptos del cielo son tan duros de entender para nosotros, Jesús suele ensenar lo espiritual con cosas humanas, familiares, cotidianas. Un principio bien conocido de la educación es: “Enseñar a partir de lo que el estudiante ya sabe.” Pues, hay una poderosa enseñanza detrás de esta historia.
Jesús explica el significado de su historia diciendo: “Haceos amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando falten, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho. Por tanto, si no habéis sido fieles en el uso de las riquezas injustas, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas?” Dios es el dueño del universo, pasando por los seres humanos hasta los pingüinos y el Himalaya, todo es de él, nada es de nosotros. No somos dueños sino administradores, administradores de cosas perecederas y de poco valor en comparación a las eternas. Y tenemos solo dos opciones de administrar lo que somos y tenemos.
Podemos administrar sin pensar en el futuro, egoístas y ganando enemigos y mal nombre para nosotros y aun mas importante, para nuestro jefe y dueño del “negocio”. O podemos pensar a largo plazo, siendo generosos y ganando amigos y honor para nosotros y para el dueño. Ser justos es pensar: he recibido por gracia, debo dar así a los demás. ¿Por qué no honrar a Dios con lo que somos y tenemos?
Simón Díaz fue ascendiendo rápidamente en el “Banco Unión” y hoy es un hombre muy rico, pero más relevante, es uno de los hombres más respetados de América. Esto por el principio con que toda empresa exitosa en el mundo promociona a sus empleados: “El que es fiel en lo poco será fiel en un cargo mejor.”

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